Las películas sobre la igualdad de género acercan a los pequeños y a los jóvenes a un derecho que hoy en día nos parece que ha existido siempre, pero por el cual muchas personas arriesgaron su vida. Esa lucha sigue hoy en día en muchos países. Pero incluso en nuestra sociedad, supuestamente tan avanzada, sigue siendo muy importante sensibilizar respecto de las diferencias de oportunidades entre hombres y mujeres.
Existe un gran número de películas sobre la igualdad de género como son Ágora (Alejandro Amenábar, 2009), Gorilas en la niebla (Michael Apted, 1988) y muchas otras.
Recientemente ha sido estrenada una película muy interesante sobre la luchas de las mujeres por defender su derecho al voto: Sufragistas.
Debemos remontarnos al 26 de junio de 1945 para encontrar la Carta de las Naciones Unidas, conocida como Carta de San Francisco, en la que se prohibía expresamente por primera vez cualquier tipo de discriminación debida al sexo. Así, en su preámbulo podemos leer:
Se reafirma la fe en los derechos fundamentales del ser humano, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos entre los hombres y las mujeres y de las naciones grandes y pequeñas.
A partir de entonces se han ido sucediendo las declaraciones, conferencias y legislaciones en defensa de una mayor concreción de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, como la Convención de Naciones Unidas de 1979 (la cual no fue ratificada por España hasta 1983, y publicada en el BOE un año más tarde), la Conferencia de Viena de 1993 de las Naciones Unidas con declaraciones como
Los derechos humanos de la mujer y de la niña son parte inalienable, integrante e indivisible de los derechos humanos universales
o la Cuarta Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer, la cual se celebró en Beijing en 1995.
El sufragio femenino tiene una larga historia de lucha y resistencia, la cual se ha materializado en diferentes ocasiones en el cine. Conviene no circunscribirlo al derecho de la mujer ejercer libremente su voto (conocido como sufragio activo), sino que también debe ser entendido como la libertad de cualquier persona para presentarse en igualdad de condiciones a unas elecciones (sufragio pasivo).
Aunque el derecho internacional reconoció el sufragio femenino como un derecho fundamental en el año 1948, la aplicación en los diferentes países no se ha llevado a cabo de una forma homogénea. Así, tenemos fechas destacadas en la lucha por la igualdad como las siguientes: