En este clásico de 1967 se aborda el tema del racismo de una manera aparentemente desenfadada; no obstante, el excelente trabajo de dirección que llevó a cabo Stanley Kramer logró dotarla de una gran cantidad de matices, por lo que podemos abordarla como una obra excepcional no sólo desde un punto de vista cinematográfico sino, también, pedagógico.
Uno de los valores a destacar es el papel que van mostrando cada uno de los personajes, logrando sacar en cada uno de ellos contradicciones con las que muchos de nosotros podemos vernos reflejados.
Dos enamorados, ella blanca y joven, él negro y brillante, obligan a la sociedad que los rodea a retratarse ante sus creencias:
Esta película sería la última que rodaría Spencer Tracy, quien sufriría un ataque al corazón a los pocos días de finalizar el rodaje. En su discurso final se condensan muchas de las ideas que deberíamos revisar de vez en cuando. Una de sus frases es capaz de aportarnos algo de esperanza: “Sois dos seres maravillosos, que os habéis enamorado y que, en definitiva, sólo tenéis un simple problema de pigmentación."